Las materias primas textiles son fibras que se dividen en dos grupos: las fibras suaves, a las que pertenece el algodón, la seda y la lana, éstas últimas introducidas al continente americano por los conquistadores; y las fibras duras, en las que México tiene una gran variedad como ixtle, lechuguilla, tule, palmo y varas como el carrizo y el sauce. En el México indígena, la mujer es la responsable de confeccionar la indumentaria de su comunidad: la mayoría de las veces se encarga del proceso de elaboración: pizca (cosecha), hila, tiñe, urde y teje. En Michoacán se trabaja en el telar de cintura, de origen precolombino y el telar de pedales de procedencia europea, usando como materia prima el algodón y la lana.
Lana
Este material, tejido en telar de cintura, se utiliza casi exclusivamente en la región purépecha y parcialmente en la región mazahua, asentada en la zona oriente del estado. En Angahuan se hacen rebozos, cobijas, echequemos, ruanas y gruesos tejidos adornados de grecas, aves y flores. Los gabanes son hechos por los obrajeros de Pichátaro, Santa Clara del Cobre, Cherán, Comachuén, Macho de agua, Nahuatzen, Sevina y Charapan. Son famosas las fajas de telar de cintura de Tarecuato, así como los morrales, fajas y rebozos que se diseñan en Cuanajo, utilizando el antiguo tejido “pata de perro”. En las comunidades de la Boca de la Cañada, Crescencio Morales y Macho de Agua se elaboran bellos tejidos de lana en telar de cintura: rebozos, cobijas, gabanes, morrales que fuera del telar se bordan con hilos de lana por medio de la técnica del “lomillo”; estrellas, grecas y venados son elementos representativos de la ornamentación de la región.
Algodón
La enseñanza de la elaboración de textiles a base de algodón se transmite de generación en generación, ya que son trabajos líricos que representan el modo de vivir de gran cantidad de familias. Con este material se realizan blusas, vestidos, camisas, carpetas, caminos de mesa, servilletas y manteles bordados o deshilados; mantas o “cambayas” de vistosos colores, de las cuales, las más representativas se fabrican en Pátzcuaro y Uruapan; y para los hombres ceñidores, camisas y calzones bordados en punto de cruz o en labrado de hilos de algodón de varios colores, como los de Zacán y Tócuaro; rebozos tradicionales como listas blancas y azules sobre fondo negro, tejidos en Ahuiran y Angahuan, y rebozos de bolita de la Piedad y Zamora, así como guanengos de Tarecuato, Cocucho y San Felipe de los Herreros, con bordados en minúsculo punto de cruz diariamente portan las mujeres; este tipo de blusa es bordada a base de grecas de complicada geometría que comúnmente van en torno al escote, sobre los hombros y bocamanga. El guanengo está considerado como una derivación del huipil que desde la época prehispánica es usado en algunas regiones indígenas del país. El deshilado y bordado de blusas y guanengos se puede realizar con diferentes técnicas como la del hilván, punto de cruz, relleno o labrado. En San Felipe de los Herreros donde podemos encontrar primorosos ejemplos de blusas y vestidos deshilados, así como en Zacán, Tócuaro y Erongarícuaro.
La artesanía textil náhuatl ha conservado su autenticidad ya que aún se produce para autoconsumo, aunque recientemente se ha iniciado la comercialización de las creaciones. La gente de la costa continúa plantando algodón, hilándolo, tiñéndolo con añil, púrpura y maderas tintóreas. Cachán y Maruata son poblaciones que ejemplifican lo anterior.
Textos: Secretaría de Turismo
Fotografía: Ariel da Silva Parreira |
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